viernes, 8 de mayo de 2009

EL REGALO PERFECTO PARA WALL STREET: UN IMPUESTO A LAS TRANSACCIONES FINANCIERAS

Dean Baker

Como guante a la medida, un impuesto a las transacciones financieras [FTT, por sus siglas en inglés; T.] les iría de maravilla a todos esos banqueros e inversores de Wall Street. Un impuesto modesto, que sería demasiado pequeño para que el inversor medio lo notase, podría recaudar fácilmente más de 100 mil millones de dólares al año. Eso es dinero de verdad, incluso en el terreno de los rescates a AIG y Citigroup.

Los chicos de Wall Street y los políticos a los que dan su apoyo odian que la gente hable de un impuesto de este tipo. Empiezan a enfurruñarse y resoplar y sacan a sus mejores portavoces para rápidamente desestimar este tipo de visiones tan ingenuas que esgrimen los no iniciados en el complejo mundo de las finanzas. Este descrédito tan arrogante suele ser suficiente para alejar a periodistas e informadores de dicha idea, y para desanimar a la mayoría de grupos de interés y resto políticos de hacer presión en serio sobre esta cuestión.

Pero en el caso de aquellos que no se dejan intimidar fácilmente por los banqueros fanfarrones y sus voceros (que incluyen a muchos economistas), un FTT tiene todo el sentido del mundo. El porqué es bastante sencillo.

Un impuesto del 0,25% sobre la venta o compra de un activo afectará muy poco a alguien que planee mantenerlo durante 5-10 años como inversión a largo plazo. Un impuesto así costaría 25 dólares en el momento de la compra a alguien que adquiera 10.000 dólares de acciones de IBM. Si el precio se dobla en diez años, luego tendrá que pagar 50 dólares cuando las venda. Estas cantidades resultan ridículas al lado de lo que tendrá que pagar de impuestos sobre ganancias del capital.

Del mismo modo, si un granjero tiene que pagar un impuesto del 0,02% al comprar futuros para asegurar su cosecha de trigo, el coste por asegurar una cosecha por valor de 400.000 dólares sería de 80 dólares. Esta cantidad tendría muy poco efecto en su decisión de asegurar la cosecha o en las ganancias que obtendrá por ella. De hecho, como el precio de negociar acciones, futuros y otros activos financieros ha caído fuertemente durante las últimas tres décadas, un impuesto modesto sobre las transacciones solamente haría subir su coste a precios de hace 15 o 20 años.

Un pequeño aumento de los costes de transacción sería una carga muy manejable para quienes que utilizan los mercados financieros para sostener sus actividades productivas económicamente. Sin embargo, impondría un coste mucho más serio para aquéllos que ven el mercado financiero como un casino en el que hacer sus apuestas cada día, hora o minuto. Los especuladores que cuentan con meterse en el mercado a las 2 de la tarde y recoger sus ganancias a las 3 son los que estarían sujetos a un riesgo mucho mayor si tuviesen que pagar un impuesto a las transacciones financieras, por modesto que fuera.

Del mismo modo, los ingenieros financieros que se especializan en desarrollar complejos instrumentos financieros puede que consideren un FTT un fastidio. Un FTT podría implicar que sus instrumentos derivados fuesen gravados en varios momentos distintos. Por ejemplo, la adquisición de una opción sobre una acción sería gravada, así como lo sería también la compra en si misma de la acción si ésta se ejecutase. Derivados más complejos podrían acabar sujetos al impuesto varias veces, reduciendo sustancialmente el beneficio potencial generado por la mera complejidad.

Los de Wall Street y sus voceros insistirán en que un FTT no se puede obligar a pagarlo fácilmente, y que simplemente provocaría una huída del comercio hacia otros países. Hay sin embargo un pequeño problema con este argumento, llamado "Reino Unido". El Reino Unido ha tenido en vigor un impuesto sobre las compraventas de acciones durante décadas (las transacciones de derivados y otros instrumentos financieros no están gravadas). La cantidad que se recauda cada año sería el equivalente en la economía estadounidense a 30 mil millones de dólares. Obviamente, este impuesto puede conseguirse que se pague.

De hecho, podemos ir más lejos que el Reino Unido y añadir otras medidas para hacer que la obligación de pago sea más divertida. Por ejemplo, podemos dar a los trabajadores un incentivo para que informen sobre el fraude de sus jefes dándoles un 10% de cualquier ingreso o multa que recaude el gobierno. Debe haber sin duda muchos oficinistas en el sector financiero que agradecerían tener la oportunidad de convertirse en millonarios simplemente delatando a sus jefes.

Por otro lado, está claro que la posibilidad de que la industria financiera se vaya a otros países no debería preocuparnos en absoluto. ¿Porqué debería preocuparnos más el tener que comprar nuestros servicios financieros a otros países de lo que nos preocupa tenerles que comprar nuestro acero? Si el sector se va a otro país, entonces será también para corromper a los políticos de otro país.

El argumento es pues simple. Un FTT podría permitirnos recaudar más de 100 mil millones de dólares al año para poder financiar la sanidad pública o cualquier otra partida presupuestaria que consideremos necesaria. Lo hace de una forma muy progresiva en términos fiscales y debilitaría la influencia del sector financiero tanto política como económicamente. De hecho incluso Larry Summers, el jefe del Consejo Económico Nacional del Presidente Obama, ha dicho alguna vez que un FTT es una buena idea.

Como nos recordaba el Presidente Obama en referencia a las bonificaciones en los sueldos de AIG, no podemos gobernar con odio. Sin embargo, podemos gobernanr con un claro sentido de la justicia y la buena economía. Un impuesto a las transacciones financieras cumple con ello.

Dean Baker es co-director del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Es autor de Plunder and Blunder: The Rise and Fall of the Bubble Economy.

Traducción para www.sinpermiso.info: Xavi Fontcuberta

miércoles, 8 de octubre de 2008

RECURSOS POTENCIALES y EVALUACION DE LOS COSTOS DE FINANCIAMIENTO DEL DESARROLLO


Bruno Jetin


Debo decir en primer término que para mí el problema del desarrollo no se reduce evidentemente a una cuestión de dinero y de financiamiento.

Para mí el desarrollo consiste ante todo en el ejercicio de los derechos del hombre y de los derechos sociales y en la posibilidad de que las poblaciones locales puedan definir sus programas de desarrollo local llevados a cabo por sus representantes políticos y el propio Estado. Lo que también supone para mí que las poblaciones de los países del Sur puedan movilizarse socialmente para poner en práctica los derechos definidos por innumerables cartas internacionales o nacionales pero que lamentablemente constituyen muy a menudo hermosos documentos pero en realidad escasamente aplicados.

Sin embargo, el dinero, el financiamiento resultan indispensables para lograr el desarrollo, aunque estos no sean los aspectos más interesantes. Un solo ejemplo basta, durante el segundo Foro Social Mundial de Porto Alegre, se realizaron una serie de talleres en que se debatieron temas relacionados con la educación, en los que se reafirmaba asimismo la prohibición del trabajo infantil, dado que todos los niños deberían concurrir a la escuela para recibir educación. Este tema, que es una cuestión de derecho, está íntimamente vinculado al conjunto de la situación social de los pueblos del Tercer Mundo y por lo tanto relacionado con los problemas del financiamiento.

No se puede prohibir simplemente el trabajo de los niños a través de un decreto, no se puede encarar la asistencia escolar otorgándoles becas o subsidios escolares. Es necesario tener también en cuenta, lamentablemente, que para que los niños vayan a la escuela es necesario que sus familias cuenten con un ingreso mínimo de subsistencia que les permita comer, vestirse, alojarse, trasladarse lo que actualmente no sucede entre la inmensa mayoría de los habitantes de los países del Sur.

Por lo tanto mientras no se realice un enfoque global que integre los derechos sociales con el derecho a la existencia y por lo tanto al financiamiento, no se podrá avanzar en el ejercicio de esos derechos.

Otra condición es que cuando uno piensa en nuevas fuentes de financiamiento, es necesario insistir en que los nuevos recursos no deben reemplazar a los ya existentes. Es decir que no es posible permitir a los integristas de la ideología neoliberal la utilización de los nuevos recursos financieros para reducir aún más los impuestos nacionales, ya que reducir cada vez más los impuestos, los impuestos a las empresas, especialmente sobre los beneficios de las multinacionales y hasta los impuestos sobre las familias, constituye parte inescindible de la lógica liberal. Por lo tanto no debe permitirse que las nuevas fuentes de financiamiento se apliquen a la continuidad de los programas neoliberales de reducción de los recursos fiscales nacionales. En síntesis no se trata de reemplazar las fuentes fiscales nacionales por nuevas fuentes fiscales internacionales, puesto que de este modo no se dispondrá de una fuente financiera complementaria sino que en el mejor de los casos solo se procederá a producir una sustitución.

En tal sentido es importante destacar que cuanto más pobres son los países menor es la presión impositiva. Según cifras publicadas por la OCDE, el promedio impositivo en los países ricos es equivalente al 26% de su PNB, el 19% en los países intermedios y solo el 9% en los países más pobres del planeta. Esto pone en evidencia que cuanto más pobres menores son los recursos financieros domésticos. Esto sucede ya sea porque el país es pobre y no puede obtener en consecuencia recursos fiscales importantes o sea porque cuanto más pobre se es, menos voluntad política existe, por parte de los gobiernos ( o menos disponen de los medios) de aplicar impuestos a las ganancias de las empresas o a los ingresos de las capas más ricas de la población. El ejemplo más dramático ( aunque existen muchos otros) es el de Argentina, en la que históricamente el Estado ha sido incapaz de aplicar un impuesto sobre los altos ingresos de las clases más altas de su población, los grandes terratenientes, los dueños de las minas, de las mayores riquezas y otro tanto ha sucedido con las empresas más importantes.

Otra consideración previa es la referida a que la aparición de nuevas fuentes de financiamiento no debe hacer que los países ricos omitan la necesidad de acrecentar su ayuda pública al desarrollo, bajo la forma de donaciones para lo más esencial, hasta un monto por lo menos equivalente al 0,7% de su PNB, que no es precisamente lo que esté sucediendo, máxime cuando para la conferencia sobre financiamiento del desarrollo llevada a cabo en Monterrey en marzo pasado, existió, entre líneas, la fuerte tentación de evidenciar que los países ricos no quieren seguir aportando el 7% de su PNB comprometido en concepto de ayuda pública al desarrollo. Por lo tanto sería mucho más práctico reemplazarlo por impuestos globales, como suele decirse, lo que permitiría aumentar el financiamiento para los países en desarrollo liberando a los países ricos de aumentar la ayuda pública al desarrollo.

La tercera consideración se relaciona con el hecho de que la deuda de los países en desarrollo debe ser anulada y que las nuevas fuentes de financiamiento no deben ser puestas al servicio del pago de la deuda. Esto talvez sea evidente pero a veces es bueno recordarlo, porque cuando se menciona la Tasa Tobin u otros impuestos globales similares, se está tentado de pensar que lo recaudado podría servir en parte para pagar la deuda, lo que a todas luces es un absurdo, ya que continuaría el inicuo proceso por el que los países del Sur financian el crecimiento de los países del Norte en lugar de ser destinado al financiamiento del desarrollo de los países del Sur.

De acuerdo con los estudios realizados por el CADTM Comité para la Anulación de la Deuda de los países del Tercer Mundo) dejar de pagar la deuda, que ya han reembolsado con creces, les reportaría a los países del Sur un ahorro de 300 mil millones de dólares anuales.

Finalmente la última condición que conviene mencionar es que los Estados ricos tanto como los pobres deberían destinar una parte prioritaria de sus presupuestos al gasto social. Y aún más a los gastos sociales dedicados a los más pobres, pero no solo a los más pobres entre los pobres, sino al conjunto de la población que no pertenece a la categoría de los más ricos. Según la UNICEF, no es esto lo que actualmente sucede, dado que muchos de los gastos en salud de los países del Sur no están destinados precisamente a las categorías más desprotegidas sino más bien a las clases medias o a las categorías más ricas de la población. Existen desigualdades que se duplican dentro de un mismo país, de modo que es preciso verificar que cuando los estados nacionales realizan inversiones sociales y se sabe que son insuficientes, que por lo menos estén destinadas a las categorías más desprotegidas de la población , las más excluidas y no las capas medias o la burguesía nacional. Dicho de otra manera no se deben construir hospitales públicos ultramodernos para una pequeña minoría sino infraestructuras de salud que beneficien a la población mas marginada.

Otro elemento importante tiene que ver con que los gastos sociales deben servir para reducir las desigualdades sociales y de género que a menudo van juntas y se duplican. En materia de educación, por ejemplo, en Nepal el 41% de los hombres saben leer y escribir pero solo un 14% de las mujeres.. La proporción de jovencitas y de mujeres que no asistieron nunca a la escuela es de un 85% entre el 20% de las más pobres y de un 54% entre el 20% de las más ricas.

Sobre esta base, si estos criterios y estas consideraciones son respetados, las nuevas fuentes de financiamiento, también llamados impuestos globales, pueden constituir fuentes de financiamiento complementarias de la ayuda pública al desarrollo.

Procedamos entonces a contabilizar las fuentes potenciales de financiación para el desarrollo. En primer término analizaré los costos de un financiamiento para el desarrollo que denominaré de acuerdo con los organismos internacionales, desarrollo mínimo.

El primer recurso financiero es la ayuda pública al desarrollo proporcionada por los países ricos. Si los 22 países ricos que agrupa la OCDE destinaran realmente el 0,7% de sus PNB a la ayuda pública al desarrollo esta podría alcanzar actualmente los 54 mil millones de dólares a razón de 156 mil millones por año. Dicho de otro modo se destinarían 100 mil millones de dólares suplementarios como ayuda al desarrollo

Todas estas cifras constan en los documentos preparatorios de la Conferencia de Monterrey, en los documentos de la OCDE, que están al alcance de todos en los sitios internet de las respectivas instituciones, la ONU, la OCDE y otras agencias de la ONU.

Por lo tanto la primera fuente de financiamiento, la ayuda pública al desarrollo de un 7% contribuiría con 100mil millones de dólares.

Segunda fuente financiera, los impuestos globales. En primer término el impuesto a las transacciones de divisas también conocido como Tasa Tobin.

Según mis propios cálculos, voluntariamente pesimistas (he partido de las hipótesis más severas para obtener valores creíbles) un impuesto de 0,1% sobre la comercialización de divisas en 2001, según las últimas cifras del banco de regulaciones internacionales, las transacciones de cambio cotidianas ascienden a 1200 mil millones de dólares por año (por cierto han bajado porque en el 98 llegaban a 2500), de modo que un impuesto del 0,1% produciría ingresos por valor de 116 mil millones.

Me he basado en las siguientes hipótesis:

- costos iniciales del 0,1% (lo que equivale, con un impuesto del 0,1% a la duplicación de los costos finales de la transacción)

- una elasticidad en el volumen de –0,5, hipótesis aparentemente razonable.

- He deducido el total de las transacciones oficiales realizadas por los bancos centrales de los diferentes países.

- Una hipótesis de fraude fiscal del 50%, considerablemente elevado, desde luego (los informes oficiales suelen prever un 20 a un 30%) , como para evaluar cuánto queda.

De este modo se obtendrían 160 millones de dólares, que podríamos redondear en 100 millones, ya que se trata de una estimación que podría aproximarse a la realidad sin pecar de demasiado optimista.

Por lo tanto tendríamos 100 millones procedentes de la ayuda pública al desarrollo proporcionada por los países ricos a partir del 0,7 % de su PBN

PROYECTO DE TRATADO PARA UN IMPUESTO SOBRE LAS TRANSACCIONES MONETARIAS (CTT)

Síntesis de los actuales debates, acuerdos y desacuerdos.
Preparado para el Taller del 3er Foro Social Mundial de Porto Alegre

Autor: Bruno Jetin, miembro del Comité Científico de ATTAC-Francia, Jefe d Conferencias en Ciencias Económicas, Universidad Paris Norte (jetin@seg.univ-paris13.fr).

Introducción

El proyecto sometido a discusión establece los principios de un tratado internacional sobre la Tasa Tobin actualmente llamada Impuesto a las transacciones monetarias (CTT) Pero puede adaptarse a otros impuestos globales. Este documento es una síntesis personal sobre el debate en marcha y que fuera iniciado en noviembre de 2002 en Florencia, Italia durante el Foro Social Europeo. El Taller organizado allí tenía por objeto iniciar la discusión del documento titulado “Proyecto de Tratado sobre un Impuesto Global a las Transacciones monetarias” http://www.nigd.u-net.com) redactado por Heikki Patomäki, Profesor de Política Mundial y Economía en la Nottingham Trent University, UK, heikki@nigd.u-net.com) y Lieven A. Dennys ( Profesor de Leyes Impositivas europeas, Universidad Libre de Bruselas, Bélgica ldenys@vub.ac.be).

A) Puntos de Acuerdo

1) Un grupo de países puede tomar la iniciativa para establecer unilateralmente la CCT, sin esperar un acuerdo mundial. Podría ser la Unión europea junto a Africa, Latinoamérica y países asiáticos.
2) El CTT podría ser un impuesto a las transacciones de dos tiempos como lo propusiera P.B. Spahn (1995,2002). Un impuesto normal del 0,1% prevalecería durante los períodos tranquilos de los mercados de divisas. Tranquilo significa que las tasas de cambio fluctúan dentro de bandas de fluctuación predeterminadas. En el momento en que las tasas de cambio de las divisas transgreden hacia arriba o hacia abajo la banda preestablecida, el impuesto .recibe automáticamente una prohibitiva sobrecarga del 100% Este sistema de dos tiempos tiene el propósito de confiscar ganancias excesivas derivadas de la sobreespeculación.
3) La autoridades monetarias nacionales deberían ser las responsables de la instrumentación de la CTT y los Bancos Centrales de su recaudación fiscal. La recaudación del impuesto debe hacerse básicamente en el lugar de la transacción (a través del Sistema Real Gross time Settlement) en cada uno de los países y en las casas de clearing si se halla establecida previamente la red de transacciones extranjeras. A todas las transacciones en divisas realizadas en el país debería aplicárseles el impuesto. Toda clase de transacciones realizadas en los mercados de cambios ( deportes, comisionistas y derivados) deben pagar el impuesto. Luego los ingresos fiscales deberían ser transferidos a una institución internacional u Organización CTT ( de ahora en más CTTO)
La CTTO será una nueva institución ya que no existen instituciones internacionales técnica y democráticamente preparadas para administrar la centralización del impuesto y su posterior distribución en los países receptores.
4)
La CTTO contará con un cuerpo ejecutivo integrado por representantes de todos los países participantes. La cantidad de representantes será proporcional a la cantidad de habitantes de cada país. Pero ningún país tendrá una cantidad de votos predominantes. La CTTO tendrá también un cuerpo legislativo integrado por miembros de los parlamentos, representantes de sindicatos y ONGs. Los países en desarrollo tendrán la mayoría de votos en los dos cuerpos. El cuerpo legislativo tendrá la última palabra en la votación del presupuesto.



B) Puntos en desacuerdo a ser discutidos

1) ¿Estarían todos los países autorizados a firmar el tratado aún aquellos que flagrantemente violan los derechos humanos y en los que no existe la democracia?
2) ¿Deberían depositarse todos los ingresos fiscales en el CTTO y luego se distribuidos entre los países beneficiarios o parte de estos ingresos deberían permanecer en el nivel nacional?
3) ¿Los países desarrollados (ricos) deberían retener parte de los ingresos ( y si fuera afirmativo cuánto) o deberían ser destinados todos los ingresos a los países subdesarrollados (pobres)?
4) ¿Qué criterio adoptar para la destinar los ingresos fiscales? ¿Debería ser reformado el Indice de Desarrollado Humano publicado por las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP)¿ Podemos estar de acuerdo en que cada país decida establecer sus prioridades sociales y ecológicas a través de un debate nacional y democrático?¿Pueden bloquearse los ingresos fiscales y mantenerlos en un fondo especial en caso de no prevalecer la democracia?
5) ¿Podría el tratado establecer condiciones para el uso de los ingresos fiscales? Por ejemplo las prioridades sociales y ecológicas de cada país? ¿Podría el tratado definir en términos generales cuales son los bienes globales comunes? ¿Podría destinarse parte de los ingresos fiscales para financiar un fondo de reserva que ayude a los países a defenderse en caso de ataques especulativos? ¿O podemos estar de acuerdo en que cada país sea libre de determinar en qué quiere usar los ingresos fiscales aunque fuere para comprar armas o financiar guerras? ¿Podría aceptarse que un país pueda usar los ingresos procedentes del CTT para reducir sus impuestos internos, por ejemplo los impuestos a las ganancias de las empresas multinacionales con el riesgo de que se produzca mayor dumping entre los países?
6) Si decidimos que el uso de los fondos se restrinja a cubrir las necesidades sociales y ecológicas (ampliamente definidas) ¿tendría la CTTO el derecho de monitorear el gasto de cada país aún en el caso de que se socave el tratado?
7) Si un país no respeta sus obligaciones ¿debería condenárselo a devolver el dinero y a ser excluido?

Todos estos puntos están sometidos a discusión. El objetivo del taller es lograr un acuerdo aceptable o por lo menos circunscribir los desacuerdos e intercambiar ideas.



martes, 7 de octubre de 2008

Ante la crisis financiera


ATTAC, diez años alertando sobre el peligro de los especuladores

Lamentamos constatar que las denuncias y vaticinios de ATTAC se han confirmado. El mundo ha sido arrastrado por la locura neoliberal hacia una debacle de consecuencias impredecibles. Está demostrado, los mercados no son capaces de regularse por sí mismos.

Demandamos acciones concretas que protejan al país de los especuladores, como la reposición del encaje bancario, que fue eliminado en la negociación del TLC con EEUU .

Demandamos impedir que las AFP inviertan el ahorro de los chilenos mayoritariamente fuera de Chile, pues siempre estarán en riesgo. Desde el 1 de octubre se amplió el límite a 45% y en agosto del 2009 llegará al 60%. En el caso del fondo A, llegará a un 80%.

Impedir el avance especulador aplicando la Tasa Tobin sobre las transacciones financieras especulativas (impuesto sobre las operaciones de cambio de divisas y de moneda).

Eliminación de los paraísos fiscales.

El movimiento ciudadano ATTAC, durante sus diez años de vida a nivel internacional y ocho en Chile, ha tenido y seguirá teniendo el objetivo de alertar sobre la depredación de los capitales especulativos que actúan como dueños del mundo sin control alguno.

ATTAC ha trabajado en alertar a la ciudadanía, gobiernos y a los organismos internacionales sobre el elevado riesgo que corren las economías ante la creciente desregulación de los mercados financieros mundiales y la actuación creciente de los especuladores. Chile ha sido uno de ellos, abriendo por completo su economía, desprotegiendo la producción nacional y con ella la cultura asociado a esos medios de producción. Eliminando el encaje bancario a petición de Estados Unidos que condicionó el TLC a esa desregulación o cuando progresivamente sucumbe a la presión de las AFP de permitir mayor inversión de los ahorros de todos los chilenos en el exterior. Desde el 1 de octubre es de 45% y en agosto del 2009 llegará al 60% y un 80% en el caso del fondo A.

En nuestra plataforma fundacional, de octubre de 2002, afirmamos:

"El capital especulativo que siembra pobreza y debilita la democracia puede y debe ser detenido. La Globalización -como fenómeno integral que abarca la economía, la política y la cultura, entre otras áreas- puede y debe ser regulada y su rumbo modificado hacia el beneficio de las personas. Es hora que l@s ciudadan@s levantemos nuestra voz y nuestros cuerpos para frenar la locura del rumbo neoliberal al que las transnacionales y los gobernantes del planeta nos han arrastrado".

Esta afirmación alcanza una dramática vigencia cuando se contextualiza en la actual crisis financiera internacional. Lamentamos constatar que las denuncias y vaticinios de ATTAC se han confirmado, y el mundo ha sido arrastrado por la locura neoliberal hacia una debacle de consecuencias impredecibles, que demuestra que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos.

Salvar el sistema financiero costará 700.000 millones de dólares sólo en EEUU. ¿Cuánto costaría salvar a los condenados por este sistema? Aproximadamente la mitad de la mitad de la mitad de la mitad. Según datos de la FAO, con unos 30.000 millones de dólares anuales se podría garantizar la alimentación en los países más golpeados por la crisis alimentaria actual. Sin embargo, para ellos no hay recursos ni rescates financieros de ningún tipo.

Durante estos años ATTAC ha afirmado reiteradamente: "Con la libertad total de circulación de los capitales, los paraísos fiscales y la explosión de las transacciones especulativas los Estados se ven acorralados en una loca carrera, en favor de los intereses de las empresas multinacionales…"[1]. Esto es justamente lo que ha pasado cuando el Gobierno Federal de los Estados Unidos se ha visto obligado a asumir el control directo de una parte importante del sistema financiero, a contramano de las recetas del FMI y el Banco Mundial (BM). Las industrias banqueras, financieras, de inversiones y aseguradoras, acérrimos enemigos de los impuestos, ahora necesitan los recursos públicos para mantenerse a flote.

Esta gigantesca intervención del Estado es la más clara expresión de la subordinación de la voluntad de la ciudadanía a los designios de los capitales especulativos. Demuestra que la mundialización neoliberal permitió a los agentes financieros hacer dinero mediante dinero, sometiendo a la economía real a su avaricia sin límites. Hoy la ciudadanía está obligada a pagar el costo de un sistema que privatiza los beneficios y socializa las pérdidas.

Por este motivo la crisis financiera global se convierte en una inmejorable posibilidad para establecer mecanismos fiscales que desanimen la especulación y la corrupción, y que además permitan financiar unas instituciones mundiales sólidas y con competencias efectivas contra el cambio climático y para extender a todo el planeta los derechos humanos y la protección social.

Hoy ya no es posible seguir evadiendo el debate sobre la tasación de las transacciones financieras especulativas y la eliminación de los paraísos fiscales. Para ello es necesaria la implementación a escala mundial de la Tasa Tobin-Spahn, consistente en la instauración de un impuesto sobre las operaciones de cambio divisas y de moneda, lo que constituiría un instrumento eficaz para combatir futuras crisis financieras de naturaleza especulativa y sería capaz de recaudar a nivel mundial 50.000 millones de dólares anuales con los que poder contribuir a la financiación del desarrollo de los países del sur.

No se puede postergar la reforma profunda a las instituciones de Bretton Woods. Hay que colocar el FMI y el BM bajo el control de una Organización de Naciones Unidas democratizadas y fortalecidas, que se inserten en una nueva arquitectura de gobernanza mundial que permita la reducción real de la pobreza por medio de la implementación de mecanismos de justicia tributaria y comercial a nivel global.

Esta crisis debe ser el momento en que pongamos fin a la globalización neoliberal y construyamos un nuevo orden financiero, económico y político a nivel internacional. Ya es hora de que los ciudadanos digamos "¡Basta!"

No a la dictadura de los mercados - Otro mundo es posible

Asociación por una Tasa a las Transacciones financieras especulativas y la Acción Ciudadana ATTAC CHILE www.attac.cl - Santiago de Chile, octubre 2008

lunes, 6 de octubre de 2008

¿Qué es la Tasa Tobin?

 

En noviembre de 1998 Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, publicó en su periódico un editorial titulado “Desarmar los mercados financieros” en el que mencionaba la necesidad de poner freno a las transacciones financieras  especulativas a través de la creación de un impuesto que denominaba Tasa Tobin y que en español debería llamarse Impuesto Tobin, aunque por razones prácticas se ha mantenido su denominación original  en todos los idiomas Fue tal el interés despertado por dicho artículo que se transformó  en una verdadera convocatoria a partir de la cual nació ATTAC (Asociación por una Tasa a las Transacciones financieras especulativas y de Ayuda a los Ciudadano), uno de cuyos principales propósitos era difundir esta idea.

 

La Tasa Tobin había sido planteada en 1972 por el  economista James Tobin -miembro del Consejo Económico del presidente John F. Kennedy y Premio Nobel de Economía en 1982- con el objeto de controlar  la especulación financiera alentada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y los EEUU y evitar los grandes desequilibrios económicos mundiales capaces de afectar severamente y en tiempo record a uno o más de los países del orbe, tal como sucedió en sendas oportunidades en el Sudeste asiático y en México.

 

La propuesta de Tobin consiste en imponer un pequeño impuesto (0,1 a 0,5%) sobre las transacciones de cambio entre monedas, para desincentivar la circulación financiera puramente especulativa sugiriendo que la aplicación de este impuesto  serviría según sus propias palabras para “arrojar algo de arena en los engranajes de nuestros excesivamente eficientes mercados monetarios internacionales”.  La ONU estima que bastarían entre 30 y 40.000 millones anuales para resolver los problemas de la pobreza y de la degradación ambiental mundiales, dinero que se podría recaudar  aplicando un impuesto de solo un 0,25% al movimiento de capitales especulativos.

 

La tasa Tobin supone que quienes detentan capitales no esperarían una ganancia sobre el mercado de cambios superior a la tasa pero esto exige una concertación internacional para evitar los paraísos especulativos. Al menos, los países del G7, la Unión Europea, Suiza, Australia, Hong Kong y Singapur deberían poderse de acuerdo, ya que casi la totalidad de las transacciones tienen lugar en sus plazas financieras. Transacciones que son de carácter permanente pues los mercados de cambio se mantienen abiertos a lo largo de los días y de las noches a causa de la rotación cotidiana.

  

Lo particularmente novedoso de este planteo es que no son ni el Banco Mundial ni el FMI los encargados de recaudar el dinero destinado a paliar las grandes carencias que existen en el mundo sino que la propuesta incluye destinar el dinero recaudado a la creación y el mantenimiento de un Fondo que podría ser administrado por los propios beneficiarios aunque pese al tiempo transcurrido no se ha avanzado aún lo suficiente como para definir  la forma ni el funcionamiento de dicho Fondo. El principal obstáculo no es técnico como lo sugieren algunos críticos sino la falta de  voluntad    política para aplicarlo

 

Los primeros gobiernos que reconocieron la validez de la propuesta Tobin fueron Canadá y Finlandia. Francia a través de la creación en el Parlamento de un  Grupo Tobin logró su aprobación pero “ad referéndum” de que el mismo sea aprobado por toda la Comunidad Europea. Algo similar ha sucedido en Bélgica. En Latinoamérica hubo un inicial entusiasmo por desarrollar proyectos similares pero excepto  en Brasil y en Chile, adonde quedaron en suspenso, y pese a que se han producido dos Llamados Mundiales uno de los Parlamentarios y otro de los Economistas tendientes a sensibilizar a los poderes políticos, sobre la  importancia de incorporar a las diferentes legislaciones proyectos similares que pongan freno a la especulación financiera, la idea se encuentra temporalmente congelada.

 

Susana Merino